Investigaciones y procesos creativos sobre la identidad y los territorios sobre los que se desarrolla.
Instalaciones sobre urbanismo, territorios e identidad. Pero también sobre aguas, tierras y cielos.
Urbanizar.
Cartografías e identidad es una instalación que indaga sobre las relaciones plano-volumen. Durante el verano del 2014 inicié una serie de instalaciones que tomaban como base mi obra pictórica urbanizándola con diferentes volumetrías y registros. Monté y construí, en mi estudio de Arganda del Rey, dos instalaciones con objetos ordenados en base al concepto de cartografía e identidad. Ambas instalaciones tenían como objeto conceptual, una pieza de madera pintada de blanco. Esta pieza representaba una casa con un tejado a dos aguas, pintado en rojo. La casa blanca con tejado a dos aguas rojo la utilizo como símbolo de la identidad. También como símbolo de tres estados físicos diferenciados; las tierras, las aguas y los cielos.
Tres estados físicos.
Los objetos sujetos a un ordenamiento que representa lo urbano, entendido como hábitat de convivencia humana, lo conforman piezas cúbicas de madera, piezas metálicas y envases reciclados. Para representar los tres estados físicos que propongo, he ordenado los objetos sobre lienzos de obra mía. También sobre una parcela de tierra y sobre una mesa de grandes proporciones. O anclados a una superficie de madera a la que le he incorporado grafismos negros sobre fondos blancos.
Identidad.
Al situar, el objeto casita blanca con techo a dos aguas rojo y que simboliza la identidad sobre diferentes bases, lienzos pintados, superficies de tierra o llenas de hojarasca, o sobre diferentes paños, tengo como objetivo representar los diferentes asentamientos físicos o culturales que pueden o no, conformar una determinada identidad. En Cartografías e identidad pregunto; ¿Es importante para definir una identidad los condicionamientos culturales, territoriales o climatológicos? ¿Es la identidad un concepto en movimiento?
Sentido de la orientación e identidad.
Recuerdo que una vez en Madrid y tras una visita a la Biblioteca Nacional, sita en el Paseo de Recoletos, me acerque a una parada de autobuses municipales. Esperaba al autobús numero 5. De pronto, un autobús articulado de la línea 27, línea cuyo trayecto va desde la Plaza de Castilla a la Glorieta de Embajadores y vuelta, bajaba a gran velocidad por la calle Génova, atravesaba la plaza de Colón y se dirigía a la calle Jorge Juan, uno de los laterales del edificio de la Biblioteca Nacional. Para los que no conocéis estas calles, comentare que la línea 27 tiene un recorrido bastante uniforme y lineal y horizontal, de norte a sur, salvo un último y corto tramo. Ese día el autobús articulado, por los motivos que fueren, atravesó Madrid en completa perpendicular a su recorrido habitual. Esa visión de un cambio radical en un sistema de coordenadas de orientación urbana ya profundamente anclado en mi mente, me causo una fuerte impresión, incluso de carácter físico. Literalmente la tierra se abrió bajo mis pies. No soy de Madrid, pero he vivido largo tiempo en la ciudad. En montón de valores identitarios se transformaron ese día.