Después de un primer acercamiento a lo cerámico en los Montes de Toledo, entendí que no llegaría muy lejos. No podía seguir pintando con acrílicos o similares sobre soportes de barro cocido. No me gustaba el proceso. Y desde luego tampoco me gustaba el resultado. Soporte y capa no congeniaban. Decidí que necesitaba ayuda. Y la encontre en Madrid. Así empecé a establecer los nuevos caminos cerámicos. De pronto me sorprendió un nuevo lenguaje, un nuevo idioma. Y pasé de las pinturas acrílicas a los engobes, a los óxidos colorantes y a los esmaltes.
Después de navegar por internet y ver un par de vídeos de cómo se pintaba con engobes o con esmaltes, me sentía más confundido que nunca. Hasta que me encontré con la web de Potterygym en la que se ofrecían clases sobre diferentes técnicas para pintar cerámica, con horarios flexibles. Era un sitio espacioso, muy luminoso y rodeado de profesionales. Me apunté y conocí al profesor encargado de las técnicas decorativas, Oscar Arribas. De esta manera, bien guiado, y en un excelente lugar de trabajo, comencé a adentrarme en los mundos cerámicos.
Para un pintor, lo más extraordinario es intentar intentar pintar con un color o con unos tonos, que tras la cocción de la pieza pintada cambiarán totalmente. Sobre todo con los óxidos colorantes.
En los mundos cerámicos, prácticamente todos los medios utilizados y sus tiempos, son muy diferentes al mundo de la pintura. Se comparten algunos gestos y algunos protocolos. Pero la química de la cerámica, introduce unos parámetros totalmente nuevos para un pintor. Y a ahí comienza la aventura. Ampliando territorio.
© 2021 Ignacio Klindworth – Todos los derechos reservados
